UN MUERTO EN LA RED

¿Te has preguntado alguna vez qué sucede con el perfil en Redes Sociales de una persona cuando fallece? En las redes existen activos perfiles de personas fallecidas incluso años después de haber ocurrido.  

En las RRSS es posible convertir un perfil en una cuenta conmemorativa tras el fallecimiento. Es el caso de Facebook, donde, entre su configuración existe la opción de, una vez la persona que crea el perfil, fallezca, la cuenta puede ser eliminada o bien convertirse en una cuenta conmemorativa, que, según explican en su web “proporciona un lugar para que amigos y familiares se reúnan y compartan recuerdos de un ser querido que haya fallecido”. Si el fallecido no hubiera configurado su cuenta para ello, su modo de proporcionar seguridad a este “difunto perfil” es no dejando que nadie pueda iniciar sesión en él, salvo si el propietario hubiera dejado un contacto de legado con el poder de administrarla. Si bien no se quisiera convertir esa cuenta en conmemorativa, podría solicitarse que fuera eliminada aportando un documento de defunción. 

Existen empresas que, ante la necesidad de acabar con el rastro digital que ha dejado la persona fallecida, lo harían por nosotros. Es el caso de Rememori, un portal web dedicado a la publicación y consulta de esquelas. Si se desea que se hagan cargo del borrado digital del perfil de un difunto, podrás hacerlo a través de su web -www.rememori.com/articulos/cancelacion-redes-sociales/#redes_sociales- y por un precio, que puedes o no permitirte, se hacen cargo de todo.  

Una idea más extravagante tuvo Shelly Furman, impulsora del proyecto  Neshama, donde tiene como objetivo que los difuntos sean recordados gracias a fotografías, velas virtuales, textos en forma de poesía, historia o canción, por sus familiares y amigos a través de su red social para los que les es imposible ir a visitarlos al camposanto. Es lo que ella llama un paraíso de confort y donde los perfiles de los difuntos tienen el desagradable nombre de “tumba”.